sábado, 26 de junio de 2021

Arte, Psicosis, Psicoanálisis

La siguiente alocución fue realizada en en el marco del Seminario: El Psicoanálisis y lo Humano. 
En: Psiché: Zoon Politikón. 
16 de mayo 2020

Enlace del video: https://www.facebook.com/psychezoonpolitikon/videos/290348872363586/ 



Resumen: 

Los estudios estéticos son un campo importante para aclarar mucho de lo que la clínica psicológica pretende entender y abordar, habida cuenta de lo que puede verse reflejado en las narrativas que en el espacio terapéutico se dan, como un ejemplo entre muchos. Mírense, por último, los resultados fructíferos que han dado a los razonamientos clínicos los estudios de las producciones estéticas de los psicóticos y los psicópatas en el último siglo, una vez se han desmitificado de forma progresiva el loco, el criminal y el arte.

Así, la sublimación hace las veces de una sutura, o una suplencia de ese vacío que se instaura en la insatisfacción psíquica de las pulsiones, y que en la psicosis se ve redoblado por el proceso de la forclusión: es allí mismo donde se da en el sujeto el impulso para el deseo de la creación. Allí donde la metáfora paterna falla, donde es forcluido el Nombre-del-Padre, puede el sujeto articular las expresiones estéticas como formas de hacer con la falla de lo simbólico, que queda como resto del paso por el Edipo. (Lacan, 1975)

(Resumen tomado de extractos del Libro: Escritos sobre teoría y clínica psicoanalítica
Suicidio, violencia y psicosis. Nicolás Ignacio Uribe Aramburo, Andrés Felipe Palacio Pérez, Juan José Martínez Torres. Editorial Bonaventuriana. 2019)

sábado, 10 de abril de 2021

Sobre la Pulsión de Muerte

 Sobre la pulsión de muerte

Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y el insondable anhelo que tenía mi alma de vejarse a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer mal por el mal mismo (E.A. Poe, El gato negro)

En este punto definamos qué se entiende por pulsión y qué relación guarda con el encuentro del sujeto con su goce (Martínez, 2015). Freud nos dice en su texto Pulsiones y destinos de pulsión de 1915, que las pulsiones se encuentran en el límite entre lo psíquico y lo somático, hacen puente entre el organismo y la mente, son un empuje que busca siempre su satisfacción; paradójicamente, la mayor satisfacción será la supresión de dicho empuje, contradictoriamente, la pulsión de muerte combate a la de vida.

Esa pulsión de muerte, luego se transferirá en mucho hacia el superyó, es decir, hacia la consciencia moral y ética del sujeto, lo que nos indica de dónde podrían provenir los autoreproches y los autocastigos que hemos nombrado que atacan al yo del sujeto y en mayor medida al melancólico. Lo describe Freud como la Pulsión de Muerte siempre actúa silenciosamente, sobre todo en las psicosis y en los suicidios (1920). Así, esta idea se corresponde con lo que venimos exponiendo y además determina porque la melancolía es una de las manifestaciones de psicosis; según el mismo Freud lo aclara en su texto El yo y el ello, donde dice:

La relación entre pulsión de muerte y superyó se ve mejor reflejada en la melancolía, por la severidad implacable y sádica contra la que el superyó arremete contra el yo, es un sadismo de puro cultivo de la pulsión de muerte, que a menudo logra efectivamente empujar al sujeto a la muerte, cuando el yo no consiguió defenderse antes mediante el vuelco a la manía (p. 54)

Ahora bien, en un texto muy esclarecedor acerca del suicidio, Hermano Animal de Paoul Roazen, este autor nos indica que el psicoanálisis nos ha enseñado que hay que buscar las raíces del suicidio en ciertas tendencias agresivas que no pueden exteriorizarse, y añade, que el psicoanalista cercano a Freud, Wilhelm Stekel, lo dijo de manera muy clara: “no existe suicida que no haya querido alguna vez matar a otra persona o no haya deseado al menos su muerte” (p. 134-135).

Por lo tanto, podríamos concluir que un suicidio en mucho es un autohomicidio, asesino y víctima se combinan en la misma persona del sujeto, y en mucho los reproches provienen así de la consciencia moral del superyó que agotan los recursos del yo y del narcisismo del sujeto. Para resumir el tema de la pulsión, la definición de Laplanche y Pontalis es lo bastante concisa:

Las Pulsiones de muerte se dirigen primeramente hacia el interior y tienden a la autodestrucción; secundariamente se dirigen hacia el exterior, manifestándose entonces en forma de pulsión agresiva o destructiva. (p. 336)

 Andrés F. Palacio. P. Tomado de Escritos de clínica psicoanalítica. Editorial Bonaventuriana. Medellín. 2019.

lunes, 1 de junio de 2020

Las Psicosis


Las Psicosis[1]


“Dentro del grupo de las psicosis, el psicoanálisis ha intentado definir diversas estructuras: paranoia (en donde incluye de modo general a las enfermedades delirantes) y esquizofrenia, por una parte; por otra, melancolía y manía. Fundamentalmente, es una perturbación primaria de la relación libidinal con la realidad lo que, según la teoría psicoanalítica, constituye el denominador común de las psicosis, siendo la mayoría de los síntomas la manifestación (especialmente la construcción delirante) tentativas secundarias de restauración del lazo objetal” (Laplanche & Pontalis, p. 321)

Ahora bien, “Sólo a finales del siglo XIX se establece el par de términos opuestos neurosis – psicosis, que se excluyen entre sí, por lo menos desde el punto de vista conceptual. En efecto, la evolución de estos dos términos se realiza en planos diferentes: el grupo de las neurosis se fue limitando poco a poco de cierto número de afecciones consideradas enfermedades de los nervios, (…) Esquemáticamente puede decirse que este grupo de enfermos consultaba al medico y no era enviado el asilo y, por otra parte, el termino “neurosis” implicaba una clasificación de tipo etiológico: enfermedades funcionales de los nervios. A la inversa, la noción de psicosis designa entonces las afecciones que pertenecen al alienista y se traducen por una sintomatología esencialmente psíquica, lo que en modo alguno implica que, las psicosis no tengan su causa en el sistema nervioso” (p. 321-322)

Así, en el manuscrito H de 1894, en el que propone una clasificación de conjunto de las defensas patológicas, Freud designa como las psicosis: la confusión alucinatoria, la paranoia y la psicosis histérica, que difiere de la neurosis histérica, e incluye una psicosis de defensa; la principal preocupación de Freud consiste en hacer resaltar el concepto de defensa que interviene en las distintas afecciones.

Freud y las psicosis:

-          En los primeros trabajos intenta poner de manifiesto, en el ejemplo de ciertas psicosis, el conflicto defensivo contra la sexualidad, cuya función descubrió en el síntoma neurótico, pero simultáneamente intenta especificar los mecanismos originales que operan desde un principio en la relación del sujeto con el exterior: “rechazo” (verwerfen) radical fuera de la consciencia en el caso de la confusión alucinatoria (Repudio: verwerfung: forclusión), o incluso una proyección original del “reproche” al exterior (proyección). (p. 323)

-          Dentro de su primera teoría del aparato psíquico y de las pulsiones entre los años de 1911 a 1914 donde se encuentran textos como el caso Schreber e introducción al narcisismo examina, Freud examina el problema desde el punto de vista de la relación de las catexias libidinales y las catexias de la pulsión del yo (“interés”) sobre el objeto. Este enfoque explicaría porque en las psicosis no debe recurrirse a la idea de la “pérdida de la realidad” de un modo total y sin discriminación. (p. 323) “El fondo mismo del fantasma de deseo se convierte en el contenido de la persecución” (Freud, citado por Chemama, p. 352)

-          En la segunda teoría del aparato psíquico, la oposición neurosis – psicosis tiene en cuenta la posición intermedia del yo entre el ello y la realidad. Así como en las neurosis el yo obedeciendo las exigencias de la realidad y del superyó reprime las reivindicaciones pulsionales, en las psicosis se produce al principio una ruptura entre el yo y la realidad, que deja al yo bajo el dominio del ello; en un segundo tiempo, el del delirio, el yo reconstruirá una nueva realidad, conforme a los deseos del ello. Se pierde de vista la distinción entre catexias libidinal e interés, siendo este último, el encargado de mediatizar, dentro del aparato psíquico, una relación adaptativa a la realidad. (p. 323)

Según como lo muestra Chemama las psicosis serian organizaciones de la subjetividad en las que Freud ve una forma especifica de pérdida de la realidad con regresión de la libido sobre el yo y con eventualmente la constitución de un delirio como tentativa de curación; para Lacan el mecanismo constitutivo es la forclusión del Nombre-del-Padre. (p. 351)

El problema teórico de Freud es el de aclarar los nexos entre la proyección y la represión, ya que en la economía libidinal del psicótico, una percepción interna es sofocada, pero en su lugar, aparece una percepción venida del exterior, la construcción de holofrases, la hipocondría, etc. Se tiene que plantea así un mecanismo propio de las psicosis, Freud estima que la represión, en el caso de las psicosis, consistiría en un retiro de los investimentos libidinales colocados en las personas u objetos antes amados, y por consiguiente que la producción mórbida delirante se convertiría en una tentativa de reconstrucción de los mismos investimentos, “una especie de tentativa de curación, lo abolido de lo adentro (verwerfung) vuelve del afuera”. (Chemama, p. 353)

Por último, “Después de haber elaborado su segunda tópica, Freud centrara el campo de las psicosis en un conflicto entre el yo y el mundo exterior, y el campo de las neurosis, en un conflicto entre el yo y el ello” (Chemama, p. 353; citando Freud: Neurosis y psicosis, 1924) Así, un sustituto de la realidad a devenido en el delirio en lugar de lo forcluido, mientras que en la neurosis la realidad es reacomodada al interior de un registro simbólico. (Chemama)


Bibliografía:
-          Laplanche & Pontalis. Diccionario de psicoanálisis.
-          Chemama, Ronald. Diccionario de psicoanálisis.



[1] Recopilado por: Andrés Felipe Palacio Pérez. Notas de clase. 2020

Las Neurosis


Las Neurosis[1]


“Afección psicógena cuyos síntomas son la expresión simbólica de un conflicto psíquico que tiene sus raíces en la historia infantil del sujeto y constituye un compromiso entre el deseo y la defensa” (p. 236). (Lapanche y Pontalis)

La neurosis específica depende del conflicto neurótico y sus modalidades:
-          Neurosis de transferencia: Histeria, Obsesión y Fobia
-          Neurosis traumáticas
-          Neurosis de destino
-          Neurosis actuales

Ahora bien, podríamos considerar que las neurosis son modos de defensa contra la castración por fijación a un escenario edípico. (p. 279, Chemama). Es decir, que la castración se da en un escenario de interrelaciones: “La emergencia de las pulsiones, efectivamente constituye un trauma en sí mismo y la represión consiguiente es el origen de la neurosis infantil. (…) La neurosis del adulto o del adolescente es, por lo tanto, una revivencia de la neurosis infantil” (p. 280, Chemama). La neurosis infantil se establece por las relaciones entre: las exigencias pulsionales, el sujeto, y las formas de crianza y prohibiciones parentales.  

La fijación a los traumas o a las primeras satisfacciones pulsionales, aparecen así, como un factor importante en las neurosis, lo decisivo en ello es el conflicto psíquico implicado: un conflicto entre el yo y las pulsiones. Conflicto inevitable, puesto que las pulsiones son refractarias a toda educación y sólo buscan el placer, mientras que el yo, dominado por la preocupación de la seguridad, las exigencias de la cultura y del superyó, está sometido a las necesidades del mundo real, así como a la presión de las exigencias de la civilización, los que le imponen un ideal de funcionamiento e identidad.

Freud situó al Complejo de Edipo en el núcleo de las neurosis de transferencia, ya que la represión recae sobre la angustia de castración y lo que marca la relación del sujeto con los objetos: perdida de las satisfacciones pulsionales, perdida del pene / goce y deseo = prohibición (Freud, Lacan). Para Lacan, la angustia de castración viene a señalar que la operación normativa que es la simbolización de la castración no ha sido totalmente realizada. La castración, es decir, la perdida del objeto perfectamente satisfactorio y adaptado, está determinada simplemente por el lenguaje y las prohibiciones de la cultura (incesto y parricidio).

Ahora, ¿qué hace al Edipo traumatizante?, para responder esta pregunta no se puede dejar de evocar la influencia de los padres reales, así, Lacan afirma que lo patógeno es la discordancia entre lo que el sujeto percibe del padre real y la función paterna simbólica (El mito individual del neurótico, 1953). El problema es que tal discordancia es inevitable, y por lo tanto, es peligroso atribuir la neurosis a lo que los padres le hicieron o no le hicieron sufrir al niño. Se vuelve a plantear el problema que encontró Freud: trauma sexual, seducción temprana, fantasía de seducción, y a propósito de lo cual concluyo que, en las neurosis, lo que importa es la “realidad psíquica”. (p. 282, Chemama)

Retomando la idea del mito individual se insiste en la importancia de la historización en la construcción de las neurosis (Ch. Melman). Se resalta que en las neurosis hay un rechazo de la situación común: rechazo de la aceptación de la pérdida del objeto, insuficiencia del amor materno, impotencia del padre real, trauma sexual, nacimiento de un hermano(a), etc. Así, el mito individual hace perenne un daño, el infligido inevitablemente por la prohibición, la castración y la represión; y si bien hay allí una fijación al padre, es por el reclamo que se le dirige para reparar ese daño. (p. 282, Chemama). Esta situación original está estructurada como un libreto (J- S Miller dirá que estamos relativamente programados), y este libreto va a repetirse a lo largo de toda la vida, imponiendo sus estereotipias y su fracaso en las diversas circunstancias en que se presentan en las relaciones del sujeto consigo mismo y con el mundo (Ch. Melman).

Esta captura en un libreto es propia de las neurosis, en las psicosis por el contrario no hay drama edípico que se pueda representar (forcluido). Lacan lo dirá: “lo real establecido en la infancia va a servir de modelo para todas las situaciones por venir, la vida se presenta como un sueño sometido a la ley del corazón (Hegel) y al desprecio de una realidad forzosamente distinta, y el conflicto sigue siendo el de antaño” (Lacan). El punto fundamental, debido a sus consecuencias clínicas, es que el libreto desemboca en el fracaso: “la manera en que el neurótico aborda lo real muestra que reproduce, incambiada la situación de fracaso original” (Lacan), ¿por qué lo repite? ¿se trata de conseguir al fin, una captación perfecta del objeto o, por el contrario, lograr que su perdida sea definitiva? Se vera que la posición del neurótico oscila entre estas dos metas opuestas. (p. 283, Chemama).

La unión absoluta con el objeto, o, la separación definitiva del objeto, son los conflictos de las neurosis, de allí que se juegue entre los tres grandes sucesos que afectan a cualquiera de las estructuras clínicas:

1) El encuentro con la pulsión y su satisfacción,

2) La relación con un objeto que satisface y del que habrá que separarse tarde o temprano, y

3) La renuncia a la satisfacción plena y total de la pulsión.
De estas conflictivas es que se desarrolla su mecanismo: la represión, ya que la represión esta dirigida esencialmente a tratar de olvidar, a separar contenidos para restarle presión al conflicto, tratando de separar afecto y representación, pero debiendo reconducir parte del recuerdo y las representaciones a lo inconsciente, el afecto queda así suelto, muchas de las veces convirtiéndose en angustia, en síntomas o en inhibiciones (Freud). Pero el caso es que el yo neurótico es “débil” y no puede dar cumplimiento a todas estas exigencias, la represión no logra al fin su cometido, olvidar y borrar, lo reprimido por lo tanto, reaparece en los síntomas (Freud).


Bibliografía:
-          Laplanche & Pontalis. Diccionario de psicoanálisis.
-          Chemama, Ronald. Diccionario de psicoanálisis.




[1] Recopilado por: Andrés Felipe Palacio Pérez. Notas de clase. 2020

miércoles, 15 de enero de 2020

TOPOLOGÍA LACANIANA

BANDA DE MOEBIUS






BOTELLA DE KLEIN 






NUDO BORROMEO EN TRES DIMENSIONES




sábado, 1 de abril de 2017

Formulas de la Sexuación (Lacan)



1ª) $x Ø Fx = Existe un x que no está inscrito en la función fálica. Este x es el equivalente al padre de la Horda primitiva.
2ª) "x Fx = Para todo x, x está inscrito en la función fálica. Este x se refiere a la posición masculina.
3ª) Ø$x Ø Fx = No existe ningún x que no esté inscrito en la función fálica. Esta x se refiere a la posición femenina.
4ª) Ø"x Fx = No todo de x está inscrito en la función fálica. Este no todo se refiere a un goce más allá del falo que se le atribuye a la mujer.

El goce se divide en:


Goce Fálico (JF); Goce sentido (JS); Goce Otro (JA)


jueves, 16 de junio de 2016

Principios para una investigación psicoanalítica de las Neurosis Traumáticas y de Guerra, el estrés postraumático.


El Trauma en Freud

1. Definición general del concepto de Trauma en Freud:

Freud definirá el trauma de manera muy genera como: “… un encuentro con un peligro real, en el cual el sujeto se ve confrontado o tomado por una excitación a la vez insoportable e intratable…”, es pues, un exceso de excitación para el aparato psíquico imposible de ser canalizado o tramitado por las vías idóneas de descarga, es decir, es difícil que el aparato logre hacer algo con ese exceso de excitación, de tal manera que se pueda evitar el displacer que este encuentro con el peligro real genera.

Debe recordarse que para Freud el aparato psíquico tiene como ley el principio del placer, es decir, la evitación de cualquier tipo de displacer; el displacer es generado por toda excitación que no pueda ser tramitada idóneamente para ser descargada y que así pueda salir del sistema. No existe la búsqueda del placer por el placer, lo que se encuentra es que está búsqueda de descarga como tal no es más que los rodeos para evitar el displacer en sí mismo. En este sentido, la ley fundamental del aparato psíquico es mantenerse lo más estable posible bajo el principio de constancia, no es propiamente lo que se nombra como homeostasis, ya que cualquier experiencia nueva deja sus huellas en el aparato psíquico, una vez un sistema es alterado no puede volver a su estado inicial y debe recurrir y/o construir nuevos recursos para afrontar lo nuevo, el sobresalto, el absurdo y el sin sentido para lo que no está preparado. En este desarrollo es que se establecen los recursos idóneos para hacer frente a cualquier excitación, el paso del proceso primario de pensamiento al proceso secundario, la posibilidad de ligar la experiencia para tramitarla por vías del significante y las vicisitudes de la representación.

Ahora bien, esta definición no expresa la causa del displacer en el exceso, o es algo que viene de fuera, o es algo que bien de dentro, en todo caso excitación intolerable que confronta al sujeto con su desamparo para afrontar la experiencia que se le presenta, lo confronta con ese desvalimiento original de la criatura humana frente a lo real de los hechos. Por esto es que esta confrontación real por lo general implica un peligro de muerte, pero sobre todo, un sinsentido, una nada, un vacío. (La emergencia de la angustia)

Todo este proceso muestra tres cosas: primero, que sea la angustia, como reacción a eso imposible de tramitar, el afecto que genera el peligro real, es decir, como aquello que no tiene posibilidad de ser traducido, por ejemplo, en palabras en un primer momento (el shock). Entiéndase que la angustia no solo remite a una reacción física de alarma-ataque-protección de tipo biológico-evolutivo, sino también, a que surge sobre todo cuando algo desborda cualquier tipo de definición objetiva, de representación. La angustia es subjetiva en este caso. Segundo, determina que un evento traumático sea relativo al nivel de tolerancia subjetiva, es decir, que un evento o hecho traumático será siempre eminentemente subjetivo, lo que explica por qué algo que trauma a un sujeto no trauma a otro. Y tercero, la reacción, la respuesta del sujeto frente al peligro real estará determinada por su estructura, y por supuesto será subjetiva.


2. Tipos de traumas

En Freud podrían aislarse dos tipos generales de traumas:

2.1. Trauma original:

No es el trauma de nacimiento de Otto Rank; para Freud el trauma original es el encuentro del sujeto a destiempo con su sexualidad. La sexualidad será traumática, ya que el sujeto infante, el niño, no pose las herramientas simbólicas para afrontas los excesos que comporta el goce de la sexualidad, es el niño perverso polimorfo de las pulsiones parciales. Así, lo traumático implica el encuentro con las pulsiones y el goce que ellas comportan, y la necesidad de que exista un Otro, afuera, que auxilie en su tramitación, que permita su descarga. Es la relación Necesidad-Pulsión-Otro, por lo que el sujeto se verá en la tarea de reprimir el acontecimiento y en muchas ocasiones articular un síntoma (Ejemplo, la fobia de Hans (Juanito)).

Será gracias a la represión y a los principios del placer y la realidad, lo que permitirán al sujeto que no se desborde el empuje pulsional, pero, esto sólo se da en el circuito que se establece con un Otro, es decir, la necesidad del infante, de la que parte la pulsión, debe ser interpretada por este Otro. Así, en el desarrollo de la criatura humana en la relación con el mundo: los padres, la familia, la sociedad y la cultura (el Otro), es que se establecen las distintas represiones de la pulsión, los destinos pulsionales estarán cifrados y signados por estas relaciones, a partir de las experiencias del sujeto con el mundo y el lenguaje, es pues, el inconsciente estructurado como un lenguaje.

Por todo esto es que para Lacan este trauma original implica a su vez un encuentro particular con lo simbólico que divide al sujeto. El lenguaje es en parte traumático también. Tiene que ver con el asesinato de la cosa que implica el orden del significante, y por ello, a las renuncias pulsionales que asume el sujeto por vías de los juegos de lenguaje; lo que le permite en último término acceder al mundo, para entrar en el mundo del lenguaje se necesita del símbolo, y lo que es necesario para la represión, y para trazar así los destinos pulsionales del sujeto, la articulación de su fantasma y su síntoma.

Ecuación: “Todos traumados” = Afectados por el deseo y el goce del otro

2.2. Neurosis Traumática:

Es aquella neurosis atribuida a un evento o hecho exterior al sujeto donde se ve enfrentado a un peligro de muerte; está en juego en éste hecho una sobre-excitación para el aparato psíquico, y el advenimiento de la angustia concomitante por la falta o la falla de los recursos necesarios e idóneos para tramitar el evento, lo que implica el enfrentamiento del sujeto con su desamparo y su indefensión. (Neurosis de Angustia)

Este trauma en particular tiene la característica de no remitir necesariamente a un orden sexual, solo los traumas de éste tipo como la violación, suman la indefensión más lo sexual. El resto de neurosis traumáticas más generales implican los accidentes y las guerras. Por esto es que el modelo de las neurosis de guerra se ve directamente confrontado con la pulsión de muerte, más que con la de vida. Recordemos por esto de paso, que para el mismo Freud no era extraño encontrar que el desencadenante más común de las neurosis de guerra propiamente dichas, implicaba el enfrentamiento del sujeto con la muerte de manera muy directa y la muerte de personas a su alrededor en el hecho traumático, así como en los accidentes. Y de cómo, muchas de las neurosis histéricas, obsesivas y demás, podían desencadenarse sobre hechos traumáticos o por muertes de personas cercanas al sujeto.

He ahí pues los componentes de la muerte y el del peligro real.

Así, dentro de esta neurosis tenemos una división interna:

- Las Neurosis de guerra: “son aquellas posibilitadas o favorecidas por un conflicto yoico…, el conflicto surge entre el antiguo yo pacifico del soldado y su nuevo yo guerrero, agudizándose en el instante en que el yo pacifico ve claramente el peligro de muerte en el que lo ponen las aventuras de su nuevo “doble” parasitario… podría decirse que el antiguo yo se protege contra el peligro de muerte mediante la fuga hacia la neurosis traumática, rechazando el nuevo yo considerándolo peligroso para su vida”. Esto explica la neurosis de deserción del soldado. Pero también explica las secuelas de ciertos actos en la guerra que luego generan culpa, miedo, pesadillas, como en el estrés postraumático de guerra y sus distintas formas.

- Las Neurosis atribuidas a sustos o accidentes graves: son aquellas que no tienen relación con un conflicto yoico como tal, sin embargo, lo que se ve implicado en estas es la relación con la libido yoica, es decir, el yo sobre el que se dirige toda la energía en su dimensión narcisista se ve empobrecido, incapaz e inepto para enfrentar y afrontar esa nueva eventualidad peligrosa, poniendo así en peligro el narcisismo necesario para mantener en equilibrio la libido dirigida a los objetos; por esto, es que se presenta muchas veces en esta neurosis traumática, un empobrecimiento de las relaciones con el exterior y con los objetos, que implican la recuperación de la libido narcisista. (Neurosis actuales/Neurosis de Angustia)

Este último orden de fenómenos explicarían muchos de los síntomas de empobrecimiento del yo: deterioro de la autoestima, desvalorización subjetiva, tristeza, ansiedad, inseguridad, etc. Elementos del carácter que no se verían afectados si los niveles de libido estuvieran idealmente repartidos entre la propia persona y los demás que le rodean; es el replegamiento defensivo del sujeto en la depresión y el encierro, que acompañan seguidamente a un evento traumático.

Podría hipotetizarse a esta altura, que podrían existir Neurosis mixtas de tipo traumático, es decir, que impliquen los dos elementos expuesto para cada uno de los subtipos antes mencionados. 


3. Con Lacan:

Se entiende el trauma como la huella mnémica de un acontecimiento no integrado al sistema verbalizado del sujeto, lo que no alcanza la significación; esto no quiere decir que el sujeto no pueda verbalizar el acontecimiento, sino que hay algo en la experiencia que se muestra refractario y no se inscribe en el orden simbólico. Así, cuando un sujeto sufre un acto violento la escena queda acuñada como acontecimiento potencialmente traumático. La escena no es integrada al sistema verbalizado del sujeto, ni siquiera alcanza a la verbalización, ni tampoco a la significación[1].

Esa acuñación estrictamente ligada al dominio de lo imaginario resurge en la medida en la que el sujeto avanza en su medio simbólico. El trauma interviene a posteriori, algo se desprende del sujeto en el mundo simbólico integrado, dejando de ser algo del sujeto, y éste ya no hablará más de ello, ya no lo integrará (lo Real del Trauma). No obstante esto permanece ahí, en alguna parte, hablando, recordándose en acto a través de algo que el sujeto no domina, en sus sueños y pesadillas, en sus síntomas y su padecimiento.

El supuesto hipotético que nos orienta, es el hecho que, la eficiencia del trauma reproduce la violencia. El trauma hace irrupción en el aparato psíquico desbordando sus posibilidades de lazo, produciendo un agujero en el plano simbólico que trae como efecto primero el de terror inasimilable psíquicamente, que deja estupefacto al sujeto; y segundo, la tentativa de asimilar subjetivamente lo real traumático transformándolo en historia a través de la puesta en acto de un escenario fantasmático.

El sujeto busca dar un sentido a lo real traumático, lo cual, paradójicamente sirve para eternizar el trauma. “El trauma deviene una nueva identidad, un segundo nacimiento. La historia anterior se borra. El sujeto, atrapado en un efecto de fascinación, goza paradójicamente del trauma. Todo sucede como si el sujeto viniera a fijarse a su fantasma por efecto del trauma” (Ibid).

Freud (1889) en la carta 52 dirigida a Fliess plantea que, si un acontecimiento al ser recordado genera más displacer que en el instante de haberse vivido, es porque se ha constituido en un trauma psíquico. Es un indicador, nos dice él, de la falta de traducción del acontecimiento inscrito en la huella mnémica, lo que le permitiría, no solo pasar al sistema de verbalización preconsciente, sino buscar por esta vía, su descarga, su trámite, para que así, el hecho deje de ser traumático. Es esto lo que no parece suceder en todos los casos, y lo que podría hallarse en muchos de los diagnósticos de estrés post-traumatico (de guerra).

El acontecimiento violento y traumático se constituye en una marca, una hiancia que afecta al lazo social. Entendiendo este lazo como la manera como cada sujeto inscribe su goce en lo social, en un vínculo con el otro. Suponiendo que éste lazo se ve afectado a partir del trauma, puesto que, la relación al discurso, otra forma de nombrar el lazo social que ofrece la cultura como un modo de tratar o localizar lo real (Goce); es interrumpido por el trauma y el sujeto debe inscribirlo al precio de su enfermedad, constituyendo sus síntomas.

Desde los aportes teóricos y prácticos del psicoanálisis contamos con una teoría del trauma que sostiene que los eventos traumáticos “programan al sujeto”[2]; y de cómo, el trabajo de la historización permite al sujeto ir contra el movimiento des-subjetivante del trauma, ya que por este medio pueda lograr volver a ser autor de su porvenir, más allá de los efectos traumáticos sufridos.

4. La Responsabilidad subjetiva

¿Por qué tantos traumatismos hoy?, las causas no se han multiplicado, son las mismas desde siempre, los accidentes y contingencias de la vida y la existencia, y sumemos las guerras. Y además, los recursos que los seres humanos tenemos para hacerle frente a esto no han desaparecido, la religión, la política, la economía, etc., es decir, los discursos. Lo que sí parece es que estos discursos se han empobrecido, o por lo menos no sostienen a todos en la manera en que tramitamos y soportamos los traumatismos de la vida en sociedad.

Freud siempre sostuvo que lo que más daño hace al ser humano son las relaciones interpersonales, es decir los humanos mismos; y en gran medida, por esto mismo es que le comunico a Einstein que la única  salida posible para la guerra frente a su inminencia, era hacer Cultura, en ese sentido romántico racionalista en la que ellos la concebía, como la más grande obra de la humanidad, de su razón y se sensibilidad, la única manera de hacerle frente a la pulsión de muerte, y a la erótica en sus desbordes tanáticos.

Así, partiendo de lo expuesto por el psicoanálisis en su amplia definición del trauma, se implica definitivamente la responsabilidad del sujeto en lo que le sucede y lo que hace con lo que le sucede, la significación de sus experiencias; por ello, se opone en gran medida a cierta postura con respecto al trauma, en tanto no hay sujetos estándar, no existirán traumas estándar, no habría secuelas estándar y no habrá, por tanto, cura estándar; sobre todo, si se tiene en cuenta que no todos los sujetos tienen la misma predisposición estructural para afrontar el traumatismo.

Esto implica que, para que el trauma como tal exista, es necesario contar con la participación subjetiva. Tomemos el trauma de esta manera en dos tiempos lógicos:

1)      La exposición del sujeto al evento o hecho traumático:
El sujeto en este nivel de la experiencia es evidentemente inocente de lo que le pase, no tiene ni los recursos, ni las posibilidades de afrontar eso traumático que lo violenta en su ser y desborda sus recursos psíquicos.

2)      Las secuelas:
Es el nivel de la responsabilidad del sujeto en las maneras de afrontar eso traumático que desbordó sus recursos psíquicos y sus recursos significantes; son las repercusiones subjetivas del evento, pero sumadas a las acciones que el sujeto ha asumido para hacer frente a lo traumático y a la angustia; es la manera en que el sujeto lo toma y lo asume. Este paso implica una construcción significante subjetiva de los hechos traumáticos, una re-significación del trauma.

Y como en un juego de ajedrez, sabemos el principio y el final, lo que desconocemos es la elaboración y las construcciones que se despliegan en el juego defensivo del sujeto, los despliegues significantes del sinthome frente al trauma. "O el mito, o el  trauma" como dice Roland Barthes.


(Texto borrador. 06/16/2016. Andrés Felipe Palacio Pérez)



[1] MEJÍA. C. Y ANSERMET. F. Traumatisme et langage.
[2] MILLER Jacques Alain. El programa del psicoanálisis, Tomado de la Revista Hilo N° 3 Ed. Asociación del Campo Freudiano de Colombia, Colombia, Agosto Septiembre de 1998 Pág. 2-19